Relatos seleccionados · Convocatoria 2025

Copiapó a través de mis ojos

Copiapó a través de mis ojos

Viajé en mi mente por esta ciudad por la historia de ser el desierto más árido del mundo, quería ver por mis propios ojos la belleza del fenómeno ese llamado “desierto florido”, donde las flores no luchan unas con otras para obtener el puesto de la más bellas, sino que conviven para dar luz a un espectáculo único en su especie, el cual desde mi perspectiva debería ser la octava maravilla del mundo; Cuando llegué al lugar, estaba repleto de gente, mirase donde mirase había gente tanto como yo que ha de haber venido de lejos o habitantes de la ciudad con el propósito de refrescar su vista del sol con esta fantasía hecha realidad, cabe mencionar que dada la surrealista vista ante nuestros ojos, las flores son sagradas, es un milagro muy delicado por lo que están estrictamente protegidas para que el próximo año pueda ser visto este fenómeno con la misma hermosura que refleja siempre.

He de decir que, pese a que la principal razón de mi llegada a Copiapó haya sido el desierto florido, esta no fue la única y deseaba también visitar otros lugares y vivir otras experiencias, por lo que fui a las dunas a practicar sandboard por primera vez. El sandboard es un deporte extremo parecido al snowboarding y al surfeo en donde también se utiliza una tabla, diferente a las de las anteriores disciplinas para surfear la arena de las dunas, lo bueno del sandboard es que puede hacerse en la mayoría de días solo con excepción un día con demasiado calor, al principio me costó mucho, me era difícil mantener el equilibrio, pero había un desafío peor el cual constaba de mantener el equilibrio pero a mayor velocidad, me caí muchas veces, como suele ocurrir en la vida, pero gracias a la arena no dolió tanto, y aun así disfruté mucho del tiempo que pasé en las dunas.

Siguiendo el recorrido por la ciudad quise llevar mis pensamientos al muy conocido cerro de la cruz, el atractivo de este cerro es contemplar lo majestuosa de esta ciudad de forma completa, contemplando y a la vez recordando todo lo que esta nos entrega, para muchos no es más que una ciudad de paso, feo como dicen , seco, sin mayor riquezas, pero quienes vivimos aquí mirar desde acá me da una nostalgia pensar que hay gente que no valora su verdadero potencial, si bien es una zona minera, nuestra mayor riqueza no es el mineral , la verdadera riqueza es su gente, su costumbres su pocos lugares que nos reúnen a los copiapinos en fechas importantes donde todo un pueble se une para festejar y adorar a nuestra virgen de la candelaria con sus bailes típicos, todas nuestras diferencias se desaparecen en este momento y entregamos adoración a nuestra virgen, hacemos nuestras ofrendas, esperamos la bendición de todos los niños y niñas de esta ciudad cosa que se ve en muy pocas ciudades.

Lo mismo ocurre en nuestro parque el pretil con muchos usos, pero el más importante es el cual celebramos a nuestra patria, su nombre en algún momento busque su significado pretil , y parecía como «muro», pero para mí, más que un muro es un muro invisible que puede juntar a toda esta comunidad , para bailar, festejar, jugar elevar volantines, o simplemente, pasear con la familia una tradición que solemos hacer, es una costumbre que se ha replicado por años, mi Copiapó, mi Copiapó, si pudieras hablar y poder defenderte cuando por primera vez alguien llega no tendrías esa imagen de ser un lugar inhóspito, desolado, sin lugares para disfrutar, pero detrás de esta tapa, como un libro que es enjuiciado por su portada , tienes tanto por entregar, algunos al escucharme hablar de ti dirían esta persona ha comido chañar, y claro que he comido, pero antes de comer tenía la misma opinión y sentimientos sobre ti y creo que sin comerlo me quedaría aquí por siempre.

Copiapó lugar de andanzas puntiagudo a más no poder donde recaen mis desesperanzas donde animales con su roer me desentrañan en adivinanzas que no descifro con mi saber, el picar de los mineros quienes con tanto esmero sustentan la ciudad con gran valentía y con su vida y a la vez que suprimen la belleza de mi hogar. Calle a calle recorro mi ciudad llena de historias donde no hay cualidad de un despertar para concientizar su cuidado y bienestar con un hirviente sol que alumbra la penumbra en la que acecha árido en exceso donde el chañar se cosecha presuntuoso de su calaña único y que extraña a todo aquel coma como gran hazaña de pertenecer a Copiapó.

Seudónimo “El señor andante”


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