Relatos seleccionados · Convocatoria 2025

La gran historia

La gran historia

Catalina trabajaba como guía turística en la ciudad de Copiapó, a pesar de que muy pocas personas visitaban la ciudad al ser considerada poco atractiva para varias personas. Pero Catalina no era guía turística por el dinero, lo era por la historia de la ciudad, de su gente, y sus amigos lo sabían.

– Y aquí, mis amigos, está la tumba del niño que predijo su muerte – dijo Catalina dándoles un recorrido gratis a sus amigos.

– Espera Catita, ¿dices que el niño predijo su muerte? – exclamó Víctor sobresaltado.

– Oh my God, eso es lo más cercano que escuché de relatos de niños con lo paranormal, lo más cercano fue de un amigo del colegio Almenar que dijo que un profesor vio una persona en un pasillo del segundo piso, y eso fue de noche – dijo Emily casi sorprendida.

– Lo sé, ¿no? Está claro que es un enigma ese caso, pero es parte de la historia de esta ciudad que, como dato curioso, aquí inició la historia de Chile, en esta polvorienta ciudad, aunque muchos libros de historia no lo digan – exclamó Catalina feliz.

– ¿¡Aquí inició la historia del país!? – exclamaron Víctor y Emily casi sin aire, en especial Emily al ser estudiante de intercambio.

– Parece broma, pero es real, ahora sigamos para la Alameda porque allí tenemos mucha historia – dijo Catalina.

– Pero no nos demoremos porque en dos horas más empieza el concierto de Pimpinela – recalcó Víctor.

El grupo de amigos va en sus bicicletas hasta la Alameda, aunque hicieron una parada rápida en el Líder cercano al mall a comprar agua. Finalizada la rápida compra, continúan su camino.

– This place is so pretty – dijo Emily viendo por primera vez la Alameda.

– Y veo que unos chicos de unos 17 o 18 años están bailando cueca – halagó Víctor.

– Supongo que son de alguna academia de cueca que decidieron bailar aquí, o quizás están ensayando para algún evento – dijo Catalina.

Finalmente, el grupo llegó a un monumento en específico de la Alameda.

– ¿Aquí es, Cata? – preguntó Emily.

– Sí, aquí están los nombres de las personas valientes que no volvieron a Copiapó del Batallón de Atacama, y más atrás están sus tumbas – dijo Catalina.

– Vaya… Una pregunta, ¿cuántas personas de la ciudad murieron en la batalla? – preguntó Víctor curioso.

– Si no me equivoco y mis matemáticas no me fallan, fueron cuarenta y cuatro personas: trece oficiales y treinta y un soldados – dijo Catalina bastante alegre de que sus amigos quisieran saber más sobre la historia de Copiapó.

– Cata, una duda, ¿es verdad que la primera locomotora de Chile se encontraba en el patio de la Universidad de Atacama y fue aplastada por un árbol? – preguntó Emily.

– Es verdad, Emi. Es un poco triste que un monumento histórico acabe así, aplastado, lo mismo con los monumentos de personas históricas siendo grafitados por gente que piensa que eso es divertido – exclamó Catalina un poco triste.

– Hey Emi, para calmar las aguas, ¿te gustaría bailar cueca? – preguntó Víctor con emoción y ganas de bailar.

– ¿Estás seguro, Vic? I never dancing before – dijo Emily un poco nerviosa.

– Yo te enseño amiga, confía en mí – exclamó Víctor siempre con la fe de ayudar.

El grupo de amigos pasó hora y media la tarde bailando cueca, ambas chicas turnándose para bailar con Víctor. La media hora que les quedaba la usaron para arreglarse lo mejor posible para el concierto de Pimpinela que iniciaba a las seis de la tarde y finalizaba a las ocho de la noche. Y al finalizar el concierto, aparte de que compraron algo de mercancía oficial de Pimpinela, los tres se fueron a casa de Emily en bicicletas a ayudarla a finalizar un informe de historia, aprovechando de quedarse a dormir después de un largo día no solo de clases, sino que también de aprender historia de Copiapó y de ver a Pimpinela en vivo.

Al día siguiente, el grupo siguió el tour gratis de Catalina, donde enseñaba más de la historia de Copiapó, pero lo especial llegaría el sábado, donde Catalina invitó a Víctor y Emily a una salida especial sobre la historia de la ciudad.

– Catalina, ayer habíamos venido al centro, ¿por qué volvimos? – preguntó Emily muy confundida.

– Porque olvidé mostrarles el último monumento – dijo Catalina.

– Pero apurémonos porque mi mamá debe ir a la terminal para buscar a mi tía, y me quiere a su lado para saludarla – dijo Víctor algo molesto.

Catalina lleva a sus amigos en primer lugar a la Casa Cultural de Copiapó.

– En primer lugar, tenemos la Casa Cultural de la ciudad: es la Ex Casa Paulsen, Ex Municipalidad de Copiapó y un Monumento Nacional – exclamó Catalina.

– ¿Al lado de los helados? Genial, ahora la gente se puede refrescar si entra aquí – dijo Emily bromeando.

– Exacto, Emi, la gente del pasado salía de aquí a tomarse un helado aquí al ladito – continuó Catalina siguiéndole el chiste a Emily.

– Hablando de helado, ¿nos compramos uno? – preguntó Víctor.

– Yo invito los helados – dijo Emily sacando su billetera.

Emily compró los helados y el grupo de amigos fue a la terminal de buses para que Víctor se pueda encontrar con su mamá y al bus que trae a su tía, quien estará feliz al escuchar todas las aventuras vividas por Víctor y sus amigas en el recorrido por las calles de Copiapó y su historia.

Fin…

Para finalizar este pequeño relato de Copiapó, les dejo mi razón de escribir como la autora de este pequeño texto: yo escribo por hobby, porque me gusta crear historias. Aunque mi talento sea más en el dibujo, este texto es creado por amor al arte y porque quiero llevar cultura en un texto.


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